En las agresiones de violencia y particularmente si es violencia sexual a mujeres y niños, con cierta frecuencia se le añade sufrimiento por la situación de la que es víctima, pareciendo no ser suficiente con la agresión en sí misma, y en algunos casos es tan marcado, que a la hora de la investigación o la publicación del hecho aparecen los comentarios sobre determinados aspectos de la vida de la víctima. Como por ejemplo desde la forma de vestir, hasta la responsabilidad familiar, las publicaciones en redes y todo lo que hacía la persona afectada antes del hecho es potencializado en forma negativa,con cuestionamientos que en otras circunstancias ni se pensarían, es decir lo que antes fue su vida ordinaria, como  es publicar fotos o hacer videos, el morbo que se genera en la gente al observar actividades  naturales como algo que debe ser tomado en cuenta o la intención de algunos abogados en el afán de defender al victimario, con frecuencia re victimizan a las personas, en ese orden lo triste es que el principal agente perpetrador, en ocasiones es el mismo sistema judicial o los medios de comunicación que usan el sensacionalismo como forma de alcanzar rating.

Pocas veces se repara en la persona perjudicada  si es que sobrevive o en los familiares, quienes pasan por  situaciones de estrés, angustia, depresión, etc.

El abatimiento ocasionado por el daño que sufre la persona lesionada  lo convierte en perdedor mientras el causante del hecho que es un depredador, pasa al anonimato y en ocasiones dependiendo de su poder económico o social pocos cuestionan sus acciones y se enfocan en las posibles fallas de la víctima.

En conclusión la victimización secundaria remueve traumas, provocados por  la violación de la dignidad y derechos de las  personas damnificadas. Amén de que daña su reputación, honor, son estigmatizados y afecta su calidad de vida.