De seguro a la mayoría de puertoplateños le entusiasma la idea del tren. Se sabe que proponer un “desaguisado” de este tamaño a estas alturas puede acarrear muchos inconvenientes por la cantidad de sectores interesados, pero el futuro hay que planificarlo aunque cambien las reglas de hacer negocios. Los empresarios del transporte de carga y pasajeros buscarán formas de seguir haciendo dinero.

Un proyecto ferroviario de esa naturaleza le caería como anillo al dedo a Puerto Plata.  De Santiago hace una parada en Navarrete, luego en Altamira, en Imbert (donde se desmonten los pasajeros de Guananico y el Mamey), luego en Maimón y Puerto Plata.  Con ese tren todavía no sería necesaria la doble vía porque toda la carga sería trasportada por esa vía y eso permitiría la fluidez que se busca en el tránsito, además de la conservación de la carretera.

El proyecto puede ser concesionado a empresas extranjeras para que lo operen por la cantidad de años que los números indiquen. Tal vez algunos de los nuevos congresistas que de seguro saldrán electos en el 2010 hagan suyo este proyecto, aunque se sabe que hablar de ello en campaña (por la gran cantidad de intereses que envuelve) sería un suicidio.  Pero hay que hablar, hay que pensar, hay que mirar lejos.

Las asociaciones empresariales de aquí deberían solicitar su participación en de las ponencias del programa de reordenamiento territorial del transporte con la finalidad de plantear la posibilidad de una sola inversión, es decir, que el tren sea construido desde Santo Domingo hasta Puerto Plata.

¿Es mucho pedir? No creemos.