El Parque Mirador del Atlántico

Ultima Actualización: jueves, 04 de diciembre de 2025. Por: Maireni N. Bournigal R.

Proclamo mi osadía de asignarle un nuevo nombre al malecón de Puerto Plata, sin ánimo alguno de menoscabar la grandeza del General Gregorio Luperón, prócer de la Guerra de la Restauración y digno merecedor de esta avenida. Tampoco pretendo alterar la identidad de nuestra encantadora Puntilla, embellecida con la restauración de la antigua fortaleza colonial y la creación de un majestuoso anfiteatro que honra al mago de la media voz, nuestro querido e inolvidable cantautor puertoplateño Juan Lockward.

Sucede que esta avenida costera, inaugurada en los años 70 bajo la administración del presidente Joaquín Balaguer, ya pedía transformaciones hace mucho tiempo. El llamado de la modernidad era evidente, y hoy, nuevamente, urge una visión renovada que permita a ciudadanos y visitantes disfrutar de un espacio único en el corazón de las Antillas.

Al dejar formalmente inaugurado el Malecón de Puerto Plata, el presidente Balaguer lo describió con un notable sentimiento poético, creando una estrofa hermosa, hoy desconocida para muchos jóvenes que lo recorren:

“Malecón de Puerto Plata, que bordea la costa atlántica, donde la espuma de la marea se ciñe a la tierra, como encajes en una garganta femenina”.

Mucho ha llovido desde entonces y el malecón ha experimentado diversas transformaciones. Recientemente, la Sala Capitular del Ayuntamiento de Puerto Plata convocó a vistas públicas para escuchar directamente del pueblo cómo mejorar el tránsito en la ciudad. El desarrollo innegable de los cruceros, el proyecto de Playa Bergantín y las inversiones de puertoplateños, cibaeños y dominicanos que ven oportunidades en la costa norte, han incrementado el flujo vehicular. Entre las propuestas surgidas se mencionó reducir la velocidad, colocar reductores y desviar el tráfico pesado para aliviar la saturación en la avenida Manolo Tavárez Justo, eje vital del tránsito este-oeste. Hasta el momento se han aplicado medidas en otras zonas, y afortunadamente no se ha tomado una decisión definitiva sobre el malecón. Esto abre la oportunidad para aportar ideas que impulsen una renovación integral y armónica del espacio urbano.

Sin desmeritar las intervenciones anteriores, pues es el tiempo, más que las obras, quien impone sus exigencias, resulta evidente la necesidad de un plan integral de desarrollo para esta avenida. Uno que integre el océano Atlántico, su belleza y su viento, creando un entorno plenamente disfrutable para residentes y visitantes. Pero antes, conviene señalar algunos de los problemas actuales, con la esperanza de que estos comentarios despierten interés, debates y propuestas que conduzcan a un diseño verdaderamente pensado para las mayorías.

En una de sus remodelaciones, las aceras fueron estampadas con un revestimiento rojo ladrillo y relieves. Eran visualmente atractivas, pero poco prácticas para caminar largas distancias. En esa misma intervención se habilitó un carril de bicicletas que, por la incomodidad de la acera, fue inevitablemente invadido por caminantes y corredores. Además, dicho carril eliminó los parqueos del lado del mar, obligando a los usuarios a cruzar constantemente la avenida para acceder al área de disfrute.

Posteriormente se construyeron algunas casetas para expendio de alimentos y bebidas del lado del mar. Varias ampliaron sus terrazas e incluso cerraron parcialmente sus fachadas, bloqueando la vista al océano para los transeúntes. Considero que no debe permitirse la construcción de nuevas edificaciones en esa franja, salvo que formen parte de un proyecto integral claramente definido.

Mi propuesta es sencilla: destinar parte de la franja costera para crear el Parque Mirador del Atlántico, dotado de carriles peatonales y ciclovías en ambas direcciones; baños públicos; áreas para ejercicios; zonas designadas para food trucks de operación intermitente; y espacios de contemplación frente al mar. El carril peatonal actual se suprimiría y convertiría en estacionamiento para los usuarios. La acera existente sería escarificada y reemplazada por una superficie lisa, accesible, de diseño variado pero funcional, apta para caminar, correr y transitar con sillas de ruedas u otros equipos de movilidad. Parte de los bancos de concreto se eliminarían para permitir accesos abiertos a las nuevas áreas de esparcimiento, donde podrían incorporarse bancos frente al océano y espacios infantiles.

Se trata de una idea conceptual que bien podría dar origen a un concurso arquitectónico, convocando a especialistas en urbanismo y diseño de espacios públicos. Una comisión integrada por expertos y ciudadanos serviría como jurado para seleccionar la mejor propuesta. Luego, la comunidad, las autoridades locales, los congresistas, los ministerios y el Poder Ejecutivo podrían sumarse al proyecto para desarrollar un parque costero ejemplar, tanto en su diseño como en su ejecución y uso posterior por parte de toda la población y los visitantes que decidan disfrutarlo.

Hagámoslo. El reto está echado.