Hemos sido testigos. Tal vez usted también podrá decir lo
mismo, de haber visto la desfachatez de cómo algunos conductores en esta ciudad
continúan como si tal cosa (sin moverse
a la derecha del carril o detenerse) ante la presencia de una ambulancia y el
ulular de su sirena, pasando lo mismo cuando se trata de un vehículo de los
Bomberos.
Vivimos en una zona de alto tránsito y una ruta directa al
hospital Ricardo Limardo, por lo que son muchos los “show” de esa naturaleza
que uno suele observar.
Uno mismo como conductor, ignora o desconoce, que una
imprudencia de esa naturaleza al obstaculizar el recorrido de uno de esos
vehículos que salvan vidas y propiedades, podemos poner en peligro la vida de
un familiar que en esos momentos ¡Oh ironía de la vida! Esté siendo trasladado
por una emergencia médica.
Sabemos que por mucho que esto pueda leerse y gozar de la
aprobación de quienes lo hagan, no basta si todos continuamos haciendo lo
mismo.
De nada vale que en los mismos sindicatos y organizaciones
se hable de esa mala práctica cuando nosotros mismos no elevamos conciencia de
ser mejores ciudadanos con esa pequeña e importante acción.
Ahora, tienen los agentes de la Autoridad Metropolitana
de Transporte AMET, que ser un poco más diligentes debido a que muchos
vehículos que no son ambulancias ni de Bomberos, tienen sirenas semejantes a
los vehículos de estas instituciones.
Tal situación, irrita a no pocos conductores cuando frente a
un entaponamiento del tránsito por cualquier causa, alguien que no le gusta
hacer fila hace sonar SU sirena para que le abran paso…y de ahí la apatía luego
a obedecer cuando se escucha un “sirenazo” y no está a la vista un vehículo con
los claros distintivos de las instituciones de socorro.
Desconocemos qué tan difícil es para las autoridades
incautar esas sirenas en vehículos que nada tienen que ver con Cruz Roja, otros
centros de salud privados, o de los Bomberos.
Por igual, si esas sirenas las venden en cualquier lugar de
repuestos. Porque en campañas políticas quien menos usted cree, tiene una de
ellas instalada en su vehículo.
Por ahora, solo eso. Que una imprudencia nuestra sea motivo
para que una persona no llegue a tiempo a recibir atención médica es demasiado
condenable. Más, cuando luego usted puede enterarse que esa persona que
“falleció camino al hospital o la clínica porque no llegó a tiempo” era su
propia madre, o padre o su hijo o un hermano o hermana de usted.