En crucero, desde Maimón, hacia Puerto Plata.

Ultima Actualización: domingo, 06 de octubre de 2019. Por: Luis Henriquez Canela

Algunos indican que "no se ve el movimiento". Sí se ve, pero no suficiente. No el esperado. El flujo de caja del comercio no percibe esa oleada creciente de tecleos en sus máquinas registradoras.

Mucho antes del 2015, cuando fue construido el puerto de cruceros Amber Cove, en la bahía de Maimón, había escrito que el lugar natural para la construcción de esa terminal era el muelle de la bahía de Puerto Plata.

Los años que han pasado nos han dado la razón en muchos de los puntos que adujimos en aquella ocasión. Uno de esos puntos, quizás el más neurálgico, es que tiene que ver con la distancia que hay entre el puerto y el casco urbano de la ciudad de Puerto Plata. Esa misma distancia hizo que los constructores de la terminal diseñaran y construyeran todo un complejo de facilidades tendentes a retener a los turistas en esas instalaciones, privándole a la ciudad la posibilidad de beneficiarse de esas visitas. El crucero atraca en la bahía de Maimón. El turista, aun estando dentro de las instalaciones, ya está en Puerto Plata, se siente en Puerto Plata porque así lo condicionan, esto es, a mi modo de ver, una verdad a medias.

Aunque el diseño de las instalaciones incorpora, a decir de ellos mismos, “interpretaciones” modernas de los períodos históricos de importancia de la provincia de Puerto Plata: ambientes que recrean la arquitectura fortificada del siglo XVI, el estilo clásico-colonial del siglo XVIII, y el victoriano de finales del siglo XIX.

Lo que cualquier turista que se respete anda buscando en el destino que visita, es captar la verdadera esencia del lugar, su gente, los paisajes, sus calles. Puerto Plata no solo es ese sol rabioso caribeño, que resplandece sobre la superficie del Atlántico, es ese mismo sol que se refleja en la luminosidad de la sonrisa del guía, del hombre común que cede el paso, del niño que se maravilla cuando ve a turistas caminar por las aceras, cámara en mano, tomando fotos de esas mismas fortificaciones, pero en tiempo real, no “interpretaciones” captadas por un constructor y recreadas en un proyecto. Puerto Plata es el camarero o la camarera que, olvidando sus pesares, sonríe, sirve, recomienda, se afana por agradar y hacer sentir bienvenido al visitante. Es el sol besando dulcemente la mejilla de su novia, la montaña, escuchar el susurro de las olas del mar, el cantar de las aves. Eso es Puerto Plata.

El turista regresa a su lugar de origen con la satisfacción de haber hecho la mejor de las elecciones, porque su inversión llevará a su ánimo un retorno en forma de recuerdos imperecederos, que le harán programar, no solo un segundo viaje, a fin de reeditar los buenos recuerdos y experiencias, sino que será un vocero gratuito del destino en la más efectiva de las propagandas turísticas:  la que se difunde de boca en boca.

Toca preguntar, ¿qué porcentaje de cruceristas y tripulantes utilizan los taxis y las excursiones? ¿Son suficientes? ¿Percibe el comerciante común, la visita de esos extranjeros en el cuadre de la caja al final del día? Al parecer hay muchas quejas debido a que lo que nos vendieron fue espejitos. Aun con estas preguntas incómodas, que parecerían ser un tanto capciosas, hay que reconocer que la ciudad no es la misma después del 2015. Hay un dinamismo que no se veía y algunos renglones económicos, como el de los transportistas, los tours operadores y todo aquel que se encuentra alrededor de la actividad, tienen trabajo. Las condiciones que han tenido que aceptar para participar de su tajada del pastel, es tema de otro artículo.

Algunos indican que “no se ve el movimiento”. Sí se ve, pero no suficiente. No el esperado. El flujo de caja del comercio no percibe esa oleada creciente de tecleos en sus máquinas registradoras. 

Por esas razones es que nos preguntamos, ¿en qué estamos con la construcción del otro muelle? ¿Es por permisos que está estancado? ¿Por qué tanta dilación en la construcción? ¿Cuáles son las causas por las que esa importante obra, quizás la más trascendental de los últimos 30 años, no se ha comenzado? ¿Quién o quienes están deteniendo el progreso de Puerto Plata?