Conocí a Víctor Víctor durante el inicio de su carrera. Entonces escuchaba sus canciones y me gustaban, me atraía esa voz sin complejos, algo pastosa, sencilla y tranquilizante. Entonces, recibí una sorpresa.

En mi lugar de trabajo en ese entonces, me comunicaron que alguien me buscaba, así que salí y para mi sorpresa me encontré con Víctor Víctor frente a frente, con la misma sonrisa y afabilidad que siempre lo caracterizó. Me conocía sin haberme visto y desde luego a él yo le conocía por las fotos y presentaciones en la TV. Me conocía a través del amigo común que me había enviado un libro con él. Víctor Víctor iba para Santiago desde Santo Domingo, y se desvió, entró a La Vega, buscó la dirección donde me encontraría, para poner en mis manos directamente dicho envío, que bien pudo haberlo dejado en la Dirección. Pero no, era tanta su sencillez y su calidad humana, que esperó para entregármelo personalmente.

Desde entonces ya no escuchaba las canciones de Vitico, sino que las sentía y las analizaba, porque internalicé una inmensa empatía por ese coloso de la canción romántica dominicana. A él le salían las canciones al ritmo de su guitarra y así las construía y lanzaba al público.

Ya creará canciones para los Angeles que en coro le imitarán.

Seguirá entre nosotros a través de su canto y de su ejemplo de ciudadano que estuvo apoyando las mejores causas de este pueblo militantemente y sin cobrar un solo centavo. Nunca pasó facturas. Hasta siempre Vitico.