De manera sistemática, siglos tras siglos y dependiendo los intereses de los poderosos se ha establecido el exterminio como modo de privación de la vida, el acceso a un juicio justo y a cualquier medio que fuere necesario para alcanzar un objetivo establecido.
Cuando se habla de exterminio necesariamente la historia de la Isla La Española, nos remonta a los Tainos que como consecuencia de la superexplotación laboral en las minas, las canteras, recolección de aluviones de oro y la producción agrícola trabajaron de sol a sol hasta el extremo provocando su extinción.
Se sabe que el sistema político de las grandes potencias implementa estas medidas como referentes de poder, para muestras se conocen los Ghettos Judíos como manera de aislar y separar a humanos que más tarde serian reubicados en los campos de concentración y de ahí a su etapa final que era la cámara de gas.
Cabe resaltar que Los alemanes se cuidaron de que esos hechos se camuflaran, que permanecieran en secreto los planes ejecutorios e incluso los cementerios eran parques que disimulaban la muerte. A diferencia de la Democracia Dominicana, que implementa la persecución delincuencial dándole pa´bajo en los ya famosos intercambios de disparos y se presenta como solución de un mal multicausal y que funciona en complicidad.
Esa medida de solución evita que la pirámide de la dirección y control del crimen se exponga en un tribunal y que los posibles implicados al ser procesados, detallen información de quienes los dirigen y para quienes trabajaron.
La imposición del exterminio como mecanismo de solución para la delincuencia, impide separar el ratero que roba o atraca por vicio, del que se organiza y crea toda una estructura delincuencial. Es decir que la solución final para controlar la violencia será siempre un cementerio.