Aspirantes importados con credenciales externos.

Ultima Actualización: viernes, 30 de octubre de 2009. Por: Luis Henriquez Canela

No creemos que un aspirante, solamente por haber nacido en una comunidad, sea el justo legatario de una candidatura en detrimento de los locales, máxime si su vida profesional, si su experiencia y su bagaje lo ha obtenido en otros linderos.

Independientemente de que simpaticemos o no con uno u otro aspirante a cargo congresual o municipal en los municipios de la provincia de Puerto Plata, consideramos como una injusticia el hecho de que tercien junto a ellos aspirantes importados.

 

Independientemente de que muchos, incluyéndonos, consideremos que la “representación”  de que somos víctimas, en muchas ocasiones (las más) es ajena a nuestros auténticos intereses, el hecho de que alguien, que por haber nacido, o ser descendiente de pobladores de una comunidad, pero cuya hoja de servicio se haya desarrollado en Santo Domingo, venga a competir, no deja de ser una injusticia.

 

Buenos o relativamente malos, algunos con muchas limitaciones académicas, otros con fojas marcadas por leves indelicadezas y los demás;  pulcros, honrados, con discursos que inducen a pensar que podrían desempeñar buen papel, todos son nuestros.

 

Son de Puerto Plata, viven en esta ciudad y sus municipios compartiendo con la gente las miserias del día a día, ayudando, colaborando aunque sea con un pan y un huevo. Algunos con sus propias ambulancias, otros con operativos médicos repartiendo esperanzas y derrochando promesas que tal vez nunca podrán cumplir; pero son nuestros.

 

No creemos que un aspirante, solamente por haber nacido en una comunidad,  sea el justo legatario de una candidatura  en detrimento de los locales, máxime si su vida profesional, si su experiencia y  su bagaje lo ha obtenido en otros linderos.  Nuestros aspirantes son nuestros, muchos de ellos jóvenes que por primera vez se lanzan al ruedo político con mayor o menor seriedad. Claro, no hay que cegarse, hay algunos linces en las precandidaturas, pero los hay también potables, serios, responsables.  

 

Aunque la política criolla en la práctica está lejos de ser justa (es injusta en todas partes), el hecho de que un aspirante  a un cargo congresual o municipal tenga años dándole servicio a una comunidad determinada, lo autoriza a aspirar, no así, al que por haber estado desempeñando un cargo cercano al centro del gobierno caiga del cielo como un maná y venga a competir en ventaja contra provincianos ilusos que carecen del roce, el brillo que da la cercanía con los estratos altos del poder.

 

Lo que podría salvar, por llamarlo de una manera, a las candidaturas locales, es que los votantes no reconozcan las virtudes de los importados aunque su cédula sea serie 37 y que la influencia de los “fenómenos de poder”  no cale en su interioridad.

 

Veremos lo que pasa.