La delincuencia azota y el Poder enloquece

Ultima Actualización: jueves, 28 de enero de 2016. Por: Artículo Invitado

Rodará el dinero, nos inundarán caras adornadas de falsedad en carteles publicitarios, y abundarán los enfrentamientos.

Fuera de sus familiares, amigos, colegas y estudiantes,nadie en este país conoce la profesora vilmente asesinada hace varias semanaspor un grupo de jóvenes delincuentes armados para robar un celular. Fuenoticia, como han sido noticia otros casos de personas asesinadas en las callespor ladrones, que pudiendo escapar con el objeto robado, decidieron tambiénmatar a sus víctimas.

La notoriedad es la tragedia, y son víctimas olvidadasrápidamente, excepto por sus seres queridos. Pero no olvidemos esos muertos.Ellos representan el drama de violencia e inseguridad que vive este país. Aquínos hemos acostumbrado a tomar todo a la ligera, como si la vida no importara,como si el robo no fuera un delito, como si el insulto fuera la forma adecuadade comunicación en la casa, en la calle o el radio.

Hay un estado de violencia generalizado porque quienes debenponer orden no lo ponen, porque la Policía es un nido de corrupción y abusos,el sistema de justicia una marrulla, los empresarios explotadores, lospolíticos orquestan y justifican el robo, los medios de comunicación hacencirco, y la ciudadanía no acumula fuerzas.

Que estoy generalizando, lo sé. Que estoy exagerando,quizás. Pero las instituciones en este país funcionan mal, y eso contaminatodo. Una manzana podrida daña toda una canasta.

Aquí se propaga una cultura de que los fines justifican losmedios, y a veces los fines y los medios son horrendos (ejemplo, matar pararobar); la mentira resuena por doquier, cada quien anda buscándosela comopueda. Es una sociedad de arbitrariedades, imprudencias y descaros. Nos hemosvuelto burdos, insensibles, y hasta crueles.

El gobierno observa la degradación social y no toma medidascontundentes para enfrentar los problemas. Ya cansa que hablen de reformapolicial que no concretan; de segunda ola de reformas al sistema judicial; verel Congreso degradado en su función de cómplice. Hastía la corrupción (OISOE,varios jueces, fiscales, o una planta secreta); que los partidos se apedreen enpleitos por candidaturas, que se ataquen unos contra otros, como si el insultofuera manera de mejorar este país.

La profesora con su criatura en el vientre murió casiinstantáneamente. También murió Vanessa hace 10 años en una calle de Santiago,y todo este tiempo no ha servido de nada. Hay más violencia y un desenfrenosacude el país. Disparar se ha convertido en una diversión, en un ejercicio deencono, en una muestra de poder. Este mismo año 2016 comenzó con variosfeminicidios. Ahí no bajan las estadísticas. Andamos todos al acecho paraasaltar o no ser asaltados.

Cuando la convivencia se degrada, no hay desarrolloeconómico que valga. Perdemos todos. El espacio se hace invivible.

Ahora entramos en un período electoral donde lairresponsabilidad reina, porque en el cuadrilátero de lucha, lo que importa esganar con cualquier patraña. El gobierno dirá que hizo lo que debió hacer y nohizo, y la oposición que hará lo que nunca ha hecho ni hará. Será un dime y tediré, mentiras por doquier; un circo para entretener a una sociedad quenecesita soluciones reales a sus problemas; no promesas huecas, no palabrasvacías.

Rodará el dinero, nos inundarán caras adornadas de falsedaden carteles publicitarios, y abundarán los enfrentamientos. Mientras tanto,seguirán los asesinatos, los robos, y los feminicidios de machismo enloquecido.En el ánimo ardiente de política electoral, esperemos más violencia y mástragedias. Porque ¡ah! la política partidaria parece ser el maná del cielo. Eslucha a muerte. El poder enloquece.

Escrito por: Rosario Espinal