El Suicidio con Alcohol

Ultima Actualización: lunes, 19 de abril de 2021. Por: Rafael Hernandez

Por: Rafael Hernández

En república dominicana se ha impuesto una nueva cultura. Beber, beber y beber. Beber por beber, y todos los días hay que beber. No hay otra cosa qué hacer, dicen los jóvenes y no tan jóvenes. Desde pequeñito mi padre cuando bebía me ponía el dedo en la boca untado de ron. Le cogí el gusto y desde los doce años me daba mi “jumo” en la Navidad –confiesa un joven universitario.

 

O sea, los bebedores inducen a la bebida a sus hijos e hijas, como una forma de verse reproducidos en todos los sentidos. Las parejas de bebedores que antes eran una excepción, ahora son muy comunes. Beben juntos marido y mujer. Por las redes vemos que a sus bebés les ponen una botella de cerveza en la boca, al igual que los ponen a inhalar humo en una juca. ¿Qué se puede esperar de una sociedad que vive tan salvajemente? En generaciones pasadas, cuando algún padre bebía, se cuidaba de que sus hijos no se enviciaran para que no fueran como ellos. Ahora lo que quieren es que sean iguales o peor que ellos.

 

Cuando viajábamos para la frontera en grupos, siempre había quienes deliraban por tener la oportunidad de comprar Clerén o Babancourt (ni sé cómo se escribe), dos bebidas haitianas muy populares entre los dominicanos, y nunca supe de nadie que se intoxicara consumiendo dichos licores. Cuando íbamos a algunos campos y barrios populares, escuchábamos a los bebedores mencionar un ron “triculí” que era un ron de caña destilado de manera artesanal, y nunca supe que nadie falleciera a causa de su consumo, pese a que el mismo tiene descontrol en su fuerte gradación alcohólica.

El gobierno dominicano siempre tuvo un fuerte control sobre la producción de alcoholes en este país. Era uno de los mayores ingresos impositivos al Estado y estaba ese dinero en presupuesto. Recordamos que una vez los obreros de la casa Bermúdez programaron una huelga, y Balaguer intervino para solucionar el conflicto, ya que no podía pasar un solo día sin percibir esos ingresos.

 

Pero llegaron otras gentes al poder a quienes les importó ese tipo de ingresos, pues lo obtenían en otros renglones, y se fue generalizando el uso de alcoholes producidos clandestinamente. Tampoco pasaba nada. Pero se desató la ambición y aparecieron los famosos “químicos licoreros” que hacen una serie de mezclas y logran ciertos sabores que han ido calando en el gusto popular. Y como la inmoralidad de las ganancias fáciles se impuso y la vida humana ha llegado a valer absolutamente nada, comenzaron a envenenar la gente con “etanol” (creo se escribe así). Y a partir de ahí comenzaron los colmadones, los centros de bebidas, bares y “liquor store” (por lo menos así oigo que lo pronuncian), y hasta en las pulperías y ventorrillos a vender ese licor adulterado, falsificado, “de marca” importado, pero hecho en el patio y se ha formado un clan de nuevos multimillonarios que han tenido la osadía de lanzar nuevas marcas desconocidas sin la más mínima fiscalización del Estado y sin pagar un solo centavo de impuestos. Y todo esto de manera pública y abierta sin que las autoridades intervengan, pues ahora se ha impuesto la salvación del empleíto y no meterse con esos poderosos jorocones, encumbrados en altas posiciones estatales o militares, que lo mínimo que pueden hacer es “hacerlos saltar del empleo” o si “jode mucho”, lanzárselos a los tiburones del mar Caribe, y como nadie quiere terminar así, seguirán envenenando a ese segmento de la población.

 

“Es que esa plaga de bebedores son unos perros callejeros y hay que envenenarlos a todos…” Así se expresó alguien justificando una limpieza etílica. ¿Adónde llegaremos con una situación tan enraizada en la mente de los dominicanos de abajo y en los “empresarios licoreros” de la nueva ola?

Tendrá el gobierno la suficiente energía y capacidad de decisión para tocar a ese “segmento de nuevos empresarios todopoderosos”?

Como eso ya ha invadido al sector turístico es posible que hagan algo para evitar la caída de ese sector, ya que en los países de origen de los turistas les están advirtiendo a sus ciudadanos que en caso de viajar a al país no consuman alcohol. Y eso es grave. La disyuntiva es acabar con eso o con los turistas y el turismo en el país.

 

En los años setenta criticábamos a los borrachines atomizados que consumían bay rum o alcoholado bautizado con sabor a canela y azúcar morena. Pero ahora no se trata de eso, aquellos eran niñitos de tetas, ahora se trata de fabricar y dar a tomar veneno con sabor a alcohol. 19.04.21