La masculinidad del capitalismo

Ultima Actualización: jueves, 04 de abril de 2024. Por: Maria Cristina Gonzales

En el contexto del capitalismo, la masculinidad ha desempeñado un papel crucial y complejo.  El patriarcado moderno y la masculinidad capitalista están estrechamente vinculados. Autores como Pateman sugieren que, de manera similar a cómo Locke y Rousseau crearon el contrato social que dio origen al capitalismo moderno, también incluyeron un pacto de género silenciado. Este pacto ha llevado a los hombres a sostener todos los poderes públicos (político, militar, religioso, laboral), relegando a las mujeres a una segunda esfera denigrada dentro del hogar, dedicadas exclusivamente al trabajo reproductivo.

La masculinidad tradicional, también conocida como hegemónica, ha sustentado el poder y la dominación tanto sobre las mujeres como sobre aquellos hombres que no cumplían con los mandatos de género. En la actualidad, esta masculinidad vive un momento de crisis y deconstrucción.

Desde mi punto de vista la masculinidad del capitalismo no se reduce a una suma de discriminaciones; es un sistema coherente que afecta todos los ámbitos de la vida colectiva y cultural. Porque no solo explota a los trabajadores en el ámbito laboral, sino que de forma diferenciada la subordinación de la mujer en el hogar genera desigualdad e injusticias.

Los hombres deben demostrar su superioridad, control y dominio en diversas aéreas uno de los rasgos principales y considerados deseables de la masculinidad son la agresión y competitividad. A diferencia de las mujeres la emocionalidad está restringida desde muy corta edad se educan para que los hombres repriman sus emociones.

Esa masculinidad hegemónica está estrechamente ligada a la heterosexualidad. Sin embargo, estos límites están siendo cuestionados y redefinidos, con lo que se conoce como masculinidad alternativa. En la era global y posmoderna, el patriarcado ha hecho intento de dar respuestas de cambios con lo que se llama Neomachismo o Posmachismo.

Es importante indicar que la masculinidad tradicional está siendo cuestionada y reevaluada por haber ha sido fundamentada en la meritocracia, orientada a buscar objetivos, a ser productivos.

Esta realidad eventualmente alcanza a las mujeres cuando tienen posición de poder, con cierta frecuencia se ven en la necesidad de recurrir a las mismas praxis y energía masculina para coexistir y competir en un mundo pensado y dirigido por una mayoría de hombres. En resumen, la masculinidad del capitalismo y el patriarcado se refuerzan mutuamente, perpetuando la opresión de las mujeres en múltiples dimensiones de la vida social y económica.