Los antiguos misterios… El camino a Roma (2 de 2)

Ultima Actualización: miércoles, 14 de septiembre de 2016. Por: Ariel Heredia Ricardo

El camino que transcurre desde los tiempos de Jesús hasta la bien aposentada Iglesia Romana, del segundo milenio, es más bien inestable, lleno de controversias.

El camino que transcurre desde los tiempos de Jesús hasta la bien aposentada Iglesia Romana, del segundo milenio, es más bien inestable, lleno de controversias, cisma y conflictos.

Incluso antes de la crucifixión existía una intensa rivalidad entre los seguidores de Jesús y los de Juan el Bautista. El resultado final fue la herejía juanista: la creencia de que Juan era el verdadero Mesías en lugar de Jesús. Aunque los juanistas fueron en gran medida exterminados por la primera Iglesia, esa creencia ha llegado hasta nuestros días en ciertos elementos de la francmasonería así como del mazdeísmo iraquí.

Después de la crucifixión, las rivalidades entre la comunidad judía y los primeros cristianos e inclusive entre los propios seguidores de Jesús, se intensificaron.

Hubo una creciente división entre los cristianos judíos fundamentalistas que pertenecían a la secta de los esenios y los cristianos griegos o helénicos, en el Jerusalén del primer siglo. Con una actitud que nos recuerda bastante los fundamentalismos de hoy.

Por otra parte, Santiago y María Magdalena, como líderes de la Iglesia de Jerusalén, estaba en desacuerdo con Pablo, que portaba el mensaje cristiano a los gentiles del norte. Tuvieron discusiones importantes hasta por el detalle más nimio. En Gálatas 5:12, Pedro se siente tan exasperado por la discusión irresoluta sobre la circuncisión, que llega a expresar su esperanza de que los iniciadores de dicha controversia se castren a sí mismos.

«Los primeros judíos cristianos creían que obedecer las rigurosas leyes de la religión judía, incluida la circuncisión y la ingesta solo de comida kosher o carnes, era necesario para la salvación», señalan algunos estudiosos, que Pablo predicaba que a la salvación se llegaba por la vía de la fe y que las leyes de la religión judía no deberían impedir que la gente se convirtiera al cristianismo.

La opinión de Pablo prevaleció finalmente a medida que más y más gentiles se fueron convirtiendo al cristianismo. En el siglo III excedían en número a los cristianos judíos por un amplio margen, lo que definió el cristianismo según la teología de Pablo y se empezó a reprobar a los judíos cristianos originales como herético¨.

Ireneo, el obispo de Lyon, a mediados del siglo II condeno por herejía a los seguidores de Jesús y Santiago, conocidos como nazarenos o los “pobres”.  «Ellos, como Jesús, los esenios o los saduceo de hace dos siglos, predican ignorando los libros proféticos del Antiguo Testamento». Ireneo se quejó diciendo que «rechazan las epístolas de Pablo y lo llaman el apostata de la Ley». Los nazarenos declararon a pablo  “renegado” y un “falso apóstol”.

Vale aclarar, que cuando menciono el nombre de los saduceo, me refiero a la secta opuesta a los fariseo, que tenía sus seguidores sobre todo entre la clase rica, y representaban la facción más conservadora del judaísmo.

En los primeros años del movimiento cristiano florecieron diversas formas de cristianismo. Cientos de maestros rivales afirmaban enseñar la “verdadera doctrina de Cristo” y se acusaban unos a otros de farsantes. Los cristianos de las iglesias esparcidas desde Asia Menor a Grecia, Jerusalén y Roma, se escindieron en facciones, disputándose la dirección de la Iglesia. Todos ellos pretendían representar la  “tradición auténtica”.