Por una Ley de Memoria Histórica

Ultima Actualización: viernes, 24 de junio de 2016. Por: Juan Yamil Musa

Avanzaremos sobre la base del progreso, la unión y la solidaridad, no sobre el olvido.

La construcción de la democracia en nuestropaís se cimentó sobre el sacrificio de hombres y mujeres que durante largosaños dieron su vida para que hoy disfrutemos de un régimen de libertad yrespeto a los derechos humanos. No es un camino del todo recorrido, pero sí queexhibe notables virtudes.

Ese transitar hacia una vida basada en elEstado Social y Democrático de Derecho ha sido el producto, incluso, de muchasmuertes, cuya mayoría han quedado sin esclarecer. Al menos, para referirnos anuestra historia contemporánea, desde 1930 hasta 1978, vivimos una etapa deconvulsión social, política y económica, que arrastró vidas humanas. Nospreguntamos, ¿y de ellas, qué?

No nos hemos interesado por conocerculpables de miles de muertes que mancharon con sangre nuestra historia. DesdeRafael L. Trujillo en 1930, hasta, al menos, 1978, finalizado los denominados¨12 años¨ de Joaquín Balaguer, contamos con 48 años de lucha ciudadana que pagóun alto precio por encaminarnos en el trayecto de la libertad.  ¿Dónde están los culpables de tantasviolaciones a los derechos humanos? ¿De tantas muertes, complicidades,confabulaciones? ¿Cuántos militares han vivido durante más de 35 años en elolvido ciudadano?  ¿Cuántos se hanfavorecido por la inercia de esta sociedad que prefiere olvidar la memoria y elhonor de tantos dominicanos que dieron su vida?

Es un deber y una obligación por parte delEstado dominicano saldar una deuda histórica con todos aquellos que sufrieronvejaciones, violencias, persecuciones, mutilaciones y muertes en defensa de losideales de democracia, libertad y progreso. Todos nuestros héroes, reconocidosy anónimos, deben recibir de nuestra sociedad un resarcimiento tanto moral comopecuniario. Otros países que han vivido experiencias similares así lo hanhecho, como ejemplo de justicia social hacia sus ciudadanos. Es el caso deEspaña, Alemania, Chile, por citar algunos. Nuestra historia no está exenta deesa realidad.  

Avanzaremos sobre la base del progreso, launión y la solidaridad, no sobre el olvido. Desconocer el dolor sufrido pormillares de familias que defendieron nuestra Patria, nos restacomo sociedad.  Aboguemos por la creaciónde una Ley de Memoria Histórica que devuelva la dignidad a tantas mujeres yhombres de buena voluntad de esta tierra de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.